30 septiembre 2011

(ida y vuelta)

ciudad que grita ambulancias
y escupe muertos

humanos derrotados
ciudad como canción

nunca serás reconocida
sí traicionada
urbe asfixiante

a tí no me interesa pertenecer

27 septiembre 2011

robado de twitter

disidencia (2002)


creado en febrero de 2002. re impreso y escaneado en septiembre de 2011

20 septiembre 2011

la actriz (2004)

la actriz duerme con un ojo abierto para que los recuerdos no se le arranquen; guarda en su velador una mágnum para cuidar su pasado y siempre está dispuesta a usarla. la actriz juega todas las tardes a montar obras que ya ha montado, y repite tristes monólogos en la inmensa soledad de su casa. ella cuenta el tiempo como fragmentos de su vida, y parece que siempre los mirara a través de un espejo. prefiere el silencio que habla más que las palabras y come piñas todos los veranos. ella guarda bajo su colchón fotos que parecen billetes muy gastados. la actriz tiene el pelo largo, de color negro. la actriz imagina retruécanos mordaces, entremeses lúdicos de sonrisas entrecortadas, nerviosas antes de salir a escena. siempre dibuja escenarios alrededor de su vida.
la actriz también es bailarina, y cada noche se mueve al ritmo de fantasmas insomnes, taquicardias eternas que le recuerdan la alegría de vivir. entonces la actriz se siente bien, sonríe y le da por mirarse al espejo. ella nunca supo que los ángeles morían cada vez que un escritor la recordaba. actriz llora por las noches su soledad; a veces se cree Alicia y busca galletas sabiendo que el conejo no existe. la actriz me mira a los ojos y no me descubre a través del espejo. sabe que todos los amaneceres están escritos y siente ese deseo de ser inmortal que le recuerda su infancia. mirar sus pupilas es casi como desnudarla en un lento vaivén de momentos y sensaciones. ella quiere construir castillos de arena que el mar no derribe y ahogar princesas en la fosa de agua. la actriz escucha melodías que llenan de nostalgia su rostro y parece perderse.
cuando ella juega las palabras y el tiempo se detienen.

19 septiembre 2011

saltos (2005)


es simple, llevo sentado frente al escritorio casi toda la noche, con una vela en el velador y un buen disco de punk rock, y el tiempo parece extenderse más de la cuenta. mañana tengo entrega final de dos trabajos. prendo un cigarrillo y me sirvo más bebida. recuerdo que la última vez tomé café y fue demasiado, quedé botado a mitad de la mañana en un excusado y con fiebre. un tiempo atrás hubiera dicho que esta sería la última vez que hacía las cosas a última hora. seguramente era uno de esos momentos en que trato de engañarme, aunque sepa de antes lo inútil de este tipo de actos. la Antonia ya no me dice algo al respecto, creo que optó por no fastidiarse más por estas actitudes y asumió que son cosas que no cambian de inmediato, si es que lo hacen. por eso nos llevamos bien. somos dos antítesis perfectas de una mala película. y eso nos mantiene juntos.
no es complicado mantenerse despierto, para nada, solo necesito mantener una buena dosis de relajación y un equilibrio entre el alimento, los líquidos y humos. mi época de excesos ya pasó y ahora trato de mirar las cosas con mayor detención. las mido, esa es la palabra, las mido porque sé que tengo ya una cantidad de historias que no me permiten actuar con la misma simpleza de antes. de una u otra forma tengo claro que el tiempo ya no es el mismo, que algo se me fue y yo, por supuesto, estaba pajareando. pero tampoco significa que me queje, simplemente es saber como ciertas algunas cosas, algunos detalles que te dicen cuál puede ser el camino. solo quedan, entonces, las elecciones. y por ahí se va uno, sin mirar y sopesar, como si el único deseo fuera dejarse caer.
pero ya no estoy para eso, algo en mi se ha cansado, me agoté de tanto trajín, de tanto andar de un lado para otro. por lo menos por un buen tiempo, una cantidad larga de años esta vez, quiero quedarme en un lugar fijo. a veces me gustaría maldecir los años que se me fueron. a veces desearía, simplemente, no dejar las cosas a medias. no sentir, por ejemplo, cada vez que todo se vuelve negro, confuso y me desestabiliza, que lo más seguro e inmediato de hacer es escapar. debe ser algún tipo extraño de cobardía. ahora me parece más claro entender que las vías de escape son distintas a las salidas y que todo el tiempo estaba encubriendo las realidades. era muy fácil dejarse caer, largarse y borrar los recuerdos, eliminar lo malo y pretender que todo seguía bien. la pipa está sobre la mesa y es de madera, ya no de piedra, y se enciende muchas menos veces que antes. es un pequeño símbolo que me recuerda, en este preciso momento, dónde estoy, cómo estoy.
esta vez quiero permanecer, construir una realidad que no se derrumbe. los días de inestabilidad están atrás, a lo mejor desde el mismo día en que me subí a ese avión y regresé. el escape final, la huida de todo ese mundo que soñé pero que lentamente se fue desconfigurando, se desperfiló con cada botella vacía que se botó, con cada papel que se prendió, con cada una y todas las pedaleadas mientras caía una tormenta. ya no queda mucho de eso, de lo que alguna vez fui. únicamente permanecen mis actos como demostración de consecuencia. ya me dediqué suficientes años ha recoger los pedazos que quedaron de aquella ilusión que me hizo viajar. ya asumí el dolor, cautericé las heridas.
nuevamente estoy dentro de un camino, bajo otras elecciones. y esta vez se siente mejor. ahora puedo quedarme en silencio mirando el monitor, con la página en blanco, y saber que, por esta vez, no importa. no hay apuro, no hay necesidad. solo una interminable calma que recorre mi piel, que transita mi cerebro. el pasado queda como una serie más de recuerdos en la interminable cadena de detalles guardados. esta vez, y solo por hoy, por este pequeño espacio de tiempo, todo es perfecto. un buen cigarrillo, un vaso de bebida, dos o tres piteadas de yerba, una vela y la convicción de saber que aún se va siempre para adelante. los trabajos, esta noche, pueden esperar. 

del taller de Laiseca. Buenos Aires, 2008.


lo peor de todo es llegar a la casa, cambiarse el uniforme de trabajador responsable con horario de oficinista mal pagado y encontrar el mono ambiente como una clara evidencia de la soledad. lo peor de todo es regresar a ese minúsculo espacio y enfrentar la realidad, esa que habita en la cabeza. cerrar los ojos tal vez, con fuerza, apretando también los puños, como queriendo, con ese acto, escapar.
las pastillas en el velador, mezcla barbitúrica de colores para controlar el sueño, el ansia, la desesperación; medicado por un especialista que no hace que los fantasmas se vayan. noche de pesadillas; la azul para dormir, la amarilla para relajarse. buscas y no hay ninguna contra los sueños.
las imágenes se repiten, vuelven siempre. al pie de la cama una figura se muestra roja y gigante, avanzando siempre hacia ti, riendo. sientes el calor, la fiebre recorriendo tu cuerpo, delirio absoluto de la oscuridad. quieres llorar, controlar el miedo, huir lo más lejos posible, pero siguen ahí, se convierten y mutan, pasan del rojo al naranja, buscándote.
levantas la cabeza y los ves, siempre al pie de tu cama, mirándote e intentando alcanzarte. sientes que tu corazón va a estallar. gritas, sin sonido, solo abres la boca y en ese momento caes rendido. ya no hay seres extraños, ni momias persiguiéndote. las presencias que te habitan y descontrolan se han ido. aunque sabes que no habrá calma, porque tienes claro que al día siguiente, hagas lo que hagas, volverán.

17 septiembre 2011

Chiapas: la treceava estela, primera parte

Madrugada en las montañas del sureste mexicano.

Despacio, con un lento pero constante movimiento, la luna deja que la oscura sábana de la noche le resbale por el cuerpo y muestra al fin la lúbrica desnudez de su luz. Se tiende entonces a lo largo del cielo con el deseo de mirar y ser mirada, es decir, de tocar y ser tocada. Si algo hace la luz es remarcar su opuesto, así que, abajo, una sombra ofrece a la nube una mano mientras murmura:

"Ven conmigo, mira con tu corazón lo que mis ojos te muestran, camina en mis pasos y sueña en mis brazos. Allá arriba las estrellas hacen un caracol con la luna como origen y destino. Mira y escucha. Es ésta una tierra digna y rebelde. Los hombres y mujeres que la viven son como muchos hombres y mujeres del mundo. Caminemos entonces para mirarlos y escucharlos ahora, cuando el tiempo titubea entre la noche y el día, cuando la madrugada es reina y señora en estos suelos.

Cuidado con ese charco y el lodo. Mejor sigue la huella que, como en muchas otras cosas, es la más sabedora. ¿Escuchas esas risas? Son de una pareja que a esta hora repite el antiguo rito del amor. Él murmuró algo y ella ríe, ríe como si cantara. Luego silencio, luego suspiros y gemidos apagados. O tal vez fue al revés, primero los suspiros y gemidos, después los murmullos y las risas. Pero sigamos adelante, porque el amor no requiere de más testigos que las miradas trocadas en piel y, siendo luz de sol sin importar la hora, también desnuda a las sombras.

Ven. Sentémonos un rato y déjame contarte. Estamos en tierras rebeldes. Aquí viven y luchan ésos que se llaman "zapatistas". Y muy otros son estos zapatistas... y a más de uno desesperan. En lugar de tejer su historia con ejecuciones, muerte y destrucción, se empeñan en vivir. Y las vanguardias del mundo se mesan los cabellos, porque en el "vencer o morir" estos zapatista ni vencen ni se mueren, pero tampoco se rinden y aborrecen el martirio tanto como la claudicación. Muy otros, es cierto. Y luego ése que se dice que es su líder, el tal Sup Marcos, cuya imagen pública se acerca más a la de Cantinflas y Pedro Infante, que a la de Emiliano Zapata y el Ché Guevara. Y es inútil decir que así nadie los toma en serio, porque los primeros en burlarse de ser muy otros son ellos mismos.

Son indígenas rebeldes. Rompen así con el esquema tradicional que, primero de Europa y después de todos aquellos que visten el color del dinero, les fue impuesto para mirar y ser mirados.

Así que no les acomodan ni la imagen "diabólica" de los sacrificadores de humanos para malcontentar a los dioses, ni la del indígena menesteroso con la mano tendida esperando la limosna o la caridad de quien todo tiene, ni la del buen salvaje que es pervertido por la modernidad, ni la del infante que divierte a los mayores con sus balbuceos, ni la del sumiso peón de todas las haciendas que hieren la historia de México, ni la del hábil artesano cuyo producto adornará las paredes de quien lo desprecia, ni la del ignorante que no debe opinar sobre lo que está más allá del reducido horizonte de su geografía, ni la del temeroso de dioses celestiales o terrenos.

Porque has de saber, azul reposo, que estos indígenas enojan hasta a quienes simpatizan con su causa. Y es que no obedecen. Cuando se espera que hablen, callan. Cuando se espera silencio, hablan. Cuando se espera que dirijan, se ponen atrás. Cuando se espera qu e sigan atrás, agarran para otro lado. Cuando se espera que sólo hablen ellos, se arancan hablando de otras cosas. Cuando se espera que se conformen con su geografía, caminan el mundo y sus luchas.

O sea que no tienen contento a nadie. Y parece no importarles mucho. Lo que sí les importa es tener contento a su corazón, así que siguen los caminos que él les marca. Así parece que están haciendo ahora. En todas partes hay gente en los caminos. Van y vienen apenas cruzando los saludos de rigor. Pasan largas horas en reuniones o asambleas o lo que sea. Entran con rostro ceñudo y salen sonriendo con complicidad.

Mmh...

Como quiera que sea, es seguro que lo que vayan a hacer o a decir no les va a gustar a muchos. Además, como dice el Sup, la especialidad de los zapatistas es crear problemas y ya luego a ver quién los resuelve. Así que de esas reuniones no cabe esperar más que problemas...

Tal vez podríamos adivinar de qué se trata si miramos con atención. Los zapatistas son muy otros, no sé si ya te lo dije, así que imaginan cosas antes de que esas cosas estén y piensan que, nombrándolas, esas cosas empiezan a tener vida, a caminar... y sí, a da r problemas. Así que seguro ya imaginaron algo y van a empezar a hacer como si ese algo ya existiera y nadie va a entender nada hasta que pase un tiempo porque, en efecto, ya nombradas, las cosas empiezan a tener cuerpo, vida y mañana.

Entonces podríamos buscar alguna pista... No, no sé dónde buscar... Creo que su modo es mirar con los oídos y escuchar con la mirada. Si, ya sé que suena complicado, pero ahora no se me ocurre otra cosa. Ven sigamos caminando.

Mira, allá el arroyo se hace un remolino y en su centro la luna titila su danza deforme. Un remolino... o un caracol.

Dicen aquí que los más antiguos dicen que otros más anteriores dijeron que los más primeros de estas tierras tenían aprecio por la figura del caracol. Dicen que dicen que decían que el caracol representa el entrarse al corazón, que así le decían los más primeros al conocimiento. Y dicen que dicen que decían que el caracol también representa el salir del corazón para andar el mundo, que así llamaron los primeros a la vida. Y no sólo, dicen que dicen que decían que con el caracol se llamaba al colectivo para que la pabra fuera de uno a otro y naciera el acuerdo. Y también dicen que dicen que decían que el caracol era ayuda para que el oído escuchara incluso la palabra más lejana. Eso dicen que dicen que decían . Yo no sé. Yo camino contigo de la mano y te muestro lo que ve mi oído y escucha mi mirada. Y veo y escucho un caracol, el "pu"y", como le dicen en lengua acá.

Ssh. Silencio, La madrugada ya deja su paso al día. Si, ya sé que aún está oscuro, pero mira cómo las champas se van iluminando de a poco con la lumbre en los fogones. Como ahora somos sombras en la sombra, nadie nos ve, pero si nos vieran seguro nos convidarían un cafecito que, con este frío, se agradece. Como se agradece el roce de tu mano en mi mano.

Mira, la luna ya se desliza a occidente, ocultando su embarazo de luz tras la montaña. Es hora de marcharse, de cobijar el paso en la sombra de la cueva, ahí donde se alivian el deseo y el cansancio con otro cansancio más amable. Ven, ahí, con piel y palabras te susurraré "¡Y, ay, cómo quisiera ser/una alegría entre todas,/una sola, la alegría con que te alegrarás tú!/Un amor, un amor solo:/el amor del que tú te enamorases./Pero/no soy más que lo que soy"/(Pedro Salinas. "La voz a ti debida"). Ahí ya no miraremos, pero, en la duermevela del deseo anclado en buen puerto, podremos escuchar la actividad que en estos días agita a estos zapatistas que se empeñan en subvertir hasta el tiempo y levantan de nuevo, como si una bandera fuera, otro calendario... el de la resistencia."

Se van sombra y luz. No se han fijado en que una champa ha mantenido su tenue iluminación toda la noche. Ahora, adentro, un grupo de hombres y mujeres comparten el café y el silencio, como antes compartieron la palabra.

Durante varias horas, estos seres de corazón moreno han trazado, con sus ideas, un gran caracol. Partiendo de lo internacional, su mirada y su pensamiento ha ido adentrándose, pasando sucesivamente por lo nacional, lo regional y lo local, hasta llegar a lo que ellos llaman "El Votán. El guardian y corazón del pueblo", los pueblos zapatistas. Así desde la curva más externa del caracol se piensan palabras como "globalización", "guerra de dominación", "resistencia", "economía", "ciudad", "campo", "situación política", y otras que el borrador va eliminando después de la pregunta de rigor "¿Está claro o hay pregunta?". Al final del camino de fuera hacia dentro, en el centro del caracol, sólo quedan unas siglas: "EZLN". Después hay propuestas y se dibujan, en el pensamiento y en el corazón, ventanas y puertas que sólo ellos ven (entre otras cosas, porque aún no existen). La palabra dispar y dispersa empieza a hacer camino común y colectivo. Alguien pregunta ¿ "Hay acuerdo? "Hay", responde afirmando la voz ya colectiva. De nuevo se traza el caracol, pero ahora en camino inverso, de dentro hacia fuera. El borrador sigue también el camino inverso hasta que solo queda, llenando el viejo pizarrón, una frase que para muchos es delirio, pero para estos hombres y mujeres es una razón de lucha: "un mundo donde quepan muchos mundos". Más despuecito, una decisión se toma.

Ahora es el silencio y la espera. Una sombra sale a la lluvia nocturna. Un chispazo de luz apenas le ilumina la mirada. De nuevo en la oscuridad asciende el humo de sus labios. Con las manos tras la espalda empieza un ir y venir sin destino. Hace unos minutos, allá adentro, una muerte se ha decidido...

(Continuará...)

Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, julio del 2003.



15 septiembre 2011

el confitado más amargo (viejito, pero me gusta)

tarde de sol, día domingo y las micros ya van llenas; desde sus ventanas las banderas flamean con la velocidad del viento. apuro el paso a la tienda, para comprar una bebida, y le digo a mi primo que mejor salgamos antes de lo pensado, se ve que el estadio hoy se llenará. algunas personas caminan con la camiseta del equipo y los nervios resaltan en su rápido andar. la emoción del fútbol en la piel, recorriendo la sangre con la esperanza del triunfo. de vez en cuando un cántico aislado, una frase de apoyo. también uno que otro hincha rival con su clásico insulto y una piedra que cruza de una vereda a otra. ¿viste? no faltan los hueones, le comento a mi primo mientras vamos de regreso, conversando acerca de la alineación para la tarde. ojalá jueguen bien, pienso para mí; ojalá.

el almuerzo ya ha pasado; una rica comida ha provocado la tentación de la siesta, pero la música relaja la espera e impide el sueño. no falta mucho para empezar a caminar. afuera el calor arrecia, pero eso es lo de menos; lo único que importa en este momento es lo que pasará a las cuatro, cuando el pitazo inicial encienda la emoción y la clasificación se juegue. cabeza de pelota para siempre. los minutos en el velador se ven traicioneros en el reloj, como si tuvieran noción de su juego nervioso. al rato después, un cigarro mientras se lee la prensa escrita, sentado en el medio de esa gran sala de lectura que es el excusado.

finalmente la hora de partir llega. aquí se nos va todo, empieza a configurarse el espectáculo dominguero moviendo multitudes. las cuadras pasan rápido, más hinchas presurosos se reúnen en ese ritual y el ambiente se carga de aquella vieja magia de la que alguna vez me habló mi padre. mi primo está al lado, como la otra vez; se detiene a comprar un gorro y yo recuerdo que en una ocasión, a la salida, compré dos pulseras. pero no nos vayamos para otro lado, me digo, hoy es tarde de fútbol, de esa otra pasión.

y para comprar las entradas hay una cola más larga que la cresta y que parece no avanzar. al lado la bosta de un caballo que perfuma, confabulada con el calor, el apretujón de personas, con varios colándose por ahí. y todo comienza a hacerse aún más lento; un poco lejos se escucha a la barra y esta vez el estruendo es mayor, el equipo tiene el apoyo. y la fila que no avanza, aunque en realidad parece que no existiera. y así hasta estar cerca, cuando un paco le pega a mi primo solo por estar al lado mío. ¿viste? no faltan los hueones, le digo mientras por fin compro las entradas.

cuando consigo ver la cancha los equipos ya están jugando y con mi primo buscamos donde sentarnos. el estadio se ve lleno, solo a un lado tiene un espacio casi vacío, correspondiente a los hinchas del contrincante. por fin, después de casi una hora, me puedo sentar para ver el partido, el entorno que me devuelve la catarsis del fútbol. y estoy sacando un cigarrillo cuando a estos otros se les ocurre hacer un gol y el estadio queda mudo por un segundo. ah, la mierda, empezamos mal. presagios de tardes parecidas se instalan una vez más y pienso en la maldita tendencia a que todo sea cíclico.

al poco rato, el segundo, como manifestación rotunda del azar. pero con cuarenta y cinco minutos por delante, trato de auto esperanzarme. estos son los quince minutos más curiosos de todos. en algo se parecen al preámbulo de los desenlaces. la última oportunidad para beber agua o comprar algo sin perderse un minuto de juego. por cierto, mi primo aprovecha de ir a mear en este lapso, yo creo que es por los nervios, pero no hay nada comprobado. a mí creo que el pichí se me secó cuando vi el segundo gol, y eso también es improbable.

el segundo tiempo parece ínfimo, demasiado corto y nebuloso. la sucesión de emociones en las graderías, bajo explícito efecto de la adrenalina, provoca que los múltiples seres de cada uno converjan en el destino, ese destino efímero, demasiado momentáneo, como esta y otras tardes. casi al inicio de las acciones un cabezazo que abre esperanzas, el centro pasado al que no se le veía futuro y ese grito espontáneo, magnífico, perfecto, que te coloca de pie con los brazos en alto y las cuerdas vocales en pleno desgaste de gol. el carnaval y la fiesta que se instalan. a lo mejor es una tarde de sorpresas, pienso, y también siento a mi alrededor un aroma de mujer, como esas escuetas nostalgias que la alegría en ocasiones devuelve.

y cuando uno va caminando de regreso todos esos recuerdos empiezan a cambiar. aparecen una y otra vez adquiriendo un nuevo significado en cada oportunidad. el tercero de ellos fue una puñalada bien elaborada. y todo cambió; mi primo no lo quería creer y no podía. los minutos se fueron, no pasaron ni hubo apuro, simplemente se largaron. no había magia ni algo con que soñar. y ahora que se regresa a casa el paso es más lento; nuestra procesión dominical avanza por la avenida y cada rostro, palabra o gesto refleja la decepción, esa tristeza y agonía que torna lúgubre la caminata; las micros llenas pero con el ruido habitual, cual día de semana. otra vez perdimos. como la semana pasada, cuando estuve viendo el partido de ida en la fuente de soda, recordando que alguna vez la recordé allí. qué le vamos a hacer, me pregunto en voz alta y mi primo contesta, mientras palmea mi espalda, que lo de siempre, acompañar al equipo y alentarlo.

ya no hay papel picado en las calles y, antes de abrir la reja de la casa, veo en el suelo un talonario de quizás qué entrada, lo recojo y guardo como recuerdo. llego a mi cuarto a esperar el comentario nocturno sobre el encuentro. y en el momento que saco el último maní me acuerdo de la pelea con la Alejandra, el festejo perfecto para la amarga cábala de comprar a la salida. ¿nos vamos a ver mañana en la tarde, cierto? no amor, mañana en la tarde juega la “U”...

y pensar que si los maricones de la derecha (RN y UDI) no hubieran vetado y echado abajo diversos proyectos de ley, Chile sería un país totalmente diferente...