es
simple, llevo sentado frente al escritorio casi toda la noche, con
una vela en el velador y un buen disco de punk rock, y el tiempo
parece extenderse más de la cuenta. mañana tengo entrega final de
dos trabajos. prendo un cigarrillo y me sirvo más bebida. recuerdo
que la última vez tomé café y fue demasiado, quedé botado a mitad
de la mañana en un excusado y con fiebre. un tiempo atrás hubiera
dicho que esta sería la última vez que hacía las cosas a última
hora. seguramente era uno de esos momentos en que trato de engañarme,
aunque sepa de antes lo inútil de este tipo de actos. la Antonia ya
no me dice algo al respecto, creo que optó por no fastidiarse más
por estas actitudes y asumió que son cosas que no cambian de
inmediato, si es que lo hacen. por eso nos llevamos bien. somos dos
antítesis perfectas de una mala película. y eso nos mantiene
juntos.
no
es complicado mantenerse despierto, para nada, solo necesito mantener
una buena dosis de relajación y un equilibrio entre el alimento, los
líquidos y humos. mi época de excesos ya pasó y ahora trato de
mirar las cosas con mayor detención. las mido, esa es la palabra,
las mido porque sé que tengo ya una cantidad de historias que no me
permiten actuar con la misma simpleza de antes. de una u otra forma
tengo claro que el tiempo ya no es el mismo, que algo se me fue y yo,
por supuesto, estaba pajareando. pero tampoco significa que me queje,
simplemente es saber como ciertas algunas cosas, algunos detalles que
te dicen cuál puede ser el camino. solo quedan, entonces, las
elecciones. y por ahí se va uno, sin mirar y sopesar, como si el
único deseo fuera dejarse caer.
pero
ya no estoy para eso, algo en mi se ha cansado, me agoté de tanto
trajín, de tanto andar de un lado para otro. por lo menos por un
buen tiempo, una cantidad larga de años esta vez, quiero quedarme en
un lugar fijo. a veces me gustaría maldecir los años que se me
fueron. a veces desearía, simplemente, no dejar las cosas a medias.
no sentir, por ejemplo, cada vez que todo se vuelve negro, confuso y
me desestabiliza, que lo más seguro e inmediato de hacer es escapar.
debe ser algún tipo extraño de cobardía. ahora me parece más
claro entender que las vías de escape son distintas a las salidas y
que todo el tiempo estaba encubriendo las realidades. era muy fácil
dejarse caer, largarse y borrar los recuerdos, eliminar lo malo y
pretender que todo seguía bien. la pipa está sobre la mesa y es de
madera, ya no de piedra, y se enciende muchas menos veces que antes.
es un pequeño símbolo que me recuerda, en este preciso momento,
dónde estoy, cómo estoy.
esta
vez quiero permanecer, construir una realidad que no se derrumbe. los
días de inestabilidad están atrás, a lo mejor desde el mismo día
en que me subí a ese avión y regresé. el escape final, la huida de
todo ese mundo que soñé pero que lentamente se fue desconfigurando,
se desperfiló con cada botella vacía que se botó, con cada papel
que se prendió, con cada una y todas las pedaleadas mientras caía
una tormenta. ya no queda mucho de eso, de lo que alguna vez fui.
únicamente permanecen mis actos como demostración de consecuencia.
ya me dediqué suficientes años ha recoger los pedazos que quedaron
de aquella ilusión que me hizo viajar. ya asumí el dolor, cautericé
las heridas.
nuevamente
estoy dentro de un camino, bajo otras elecciones. y esta vez se
siente mejor. ahora puedo quedarme en silencio mirando el monitor,
con la página en blanco, y saber que, por esta vez, no importa. no
hay apuro, no hay necesidad. solo una interminable calma que recorre
mi piel, que transita mi cerebro. el pasado queda como una serie más
de recuerdos en la interminable cadena de detalles guardados. esta
vez, y solo por hoy, por este pequeño espacio de tiempo, todo es
perfecto. un buen cigarrillo, un vaso de bebida, dos o tres piteadas
de yerba, una vela y la convicción de saber que aún se va siempre
para adelante. los trabajos, esta noche, pueden esperar.
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